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Como leer la Biblica con sentido: Un curso de estudio bíblico inductivo e independiente #3

Como leer la Biblica con sentido: Un curso de estudio bíblico inductivo e independiente #3

Lección 3 — ¿Qué pide Dios de mi?

Verdad Central. El pecado ha hecho separación entre Dios y los hombres, pero a través de Jesucristo podemos volver a la comunión con él.

Objetivos. Al finalizar este estudio el participante estará en capacidad de:

1. Describir la condición espiritual del hombre sin Dios.

2. Explicar el concepto de naturaleza pecaminosa.

3. Explicar la razón por la cual el pecado separa al hombre de Dios.

4. Valorar el amor de Dios al enviar a Jesús a morir en lugar del hombre pecador, para que éste pueda restablecer la comunión con su Creador.

5. Explicar la manera como el hombre puede obtener la salvación.



Bosquejo de la lección: ¿Qué pide Dios de mi?

1. Dios pide que reconozca mi situación espiritual.

1.1. Por la desobediencia de Adán, el pecado ha pasado a todos los hombres (Rom. 5:12, comp. Gén. 3:1-11).

1.2. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa que los impulsa a ofender a Dios en pensamiento, palabra y conducta (Rom. 3:9-18).

1.3. La condición pecaminosa del hombre lo separa de la comunión con Dios (Rom. 3:23).

2. Dios pide que acepte la salvación (el nuevo nacimiento) que él me ofrece, Juan 3:1-16.

2.1. Es necesario que yo experimente un nuevo nacimiento, Juan 3:13.

2.1.1. El nuevo nacimiento es una condición para entrar al reino de Dios, Juan 3:3-5.

2.1.2. El nuevo nacimiento es una experiencia espiritual que se origina en el cielo, Juan. 3:6-14.

2.2. El nuevo nacimiento lo experimento cuando creo que Jesús es el Hijo de Dios, quien puede perdonar mis pecados, y lo confieso como mi Señor, Juan. 3:15, 16; comp. Rom. 10:9, 10.



Lección 3: ¿Qué pide Dios de mi?

Verdad Central. El pecado ha hecho separación entre Dios y los hombres, pero Jesucristo fue enviado y a través de él podemos volver a la comunión con Dios.

Análisis y comentarios

Muchas han sido las explicaciones que se han dado a la existencia de la maldad en el mundo. Desde las teorías que suponen a la sociedad como maestra malévola de los ciudadanos, hasta las explicaciones metafísicas que asocian la maldad con fuerzas espirituales ajenas al ser humano pero que lo utilizan para sus propósitos. La Biblia enseña en forma clara que la maldad tiene un solo protagonista: el hombre mismo, quien ha nacido con una naturaleza pecaminosa. Pero, al mismo tiempo, presenta la solución para el problema del pecado y la maldad: reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador. Eso es lo que pide Dios de ti y de mi, ¿estamos dispuestos a aceptar este reto?

1. Dios pide que reconozca mi situación espiritual

1.1. Por la desobediencia de Adán, el pecado ha pasado a todos los hombres (Rom. 5:12 comp. Gén. 3:1-11). El hombre, por lo general, no siente que tiene necesidad espiritual. "Yo soy bueno", dicen algunos. "No soy tan pecador como fulano", expresan otros. La verdad es que la situación espiritual del hombre no es cuantitativa (cantidad de delitos cometidos), sino más bien cualitativa (esencia pecaminosa). En Romanos 5:12 el apóstol Pablo afirma que el pecado entró en el mundo por un hombre. ¿Cómo ocurrió esto? El acontecimiento al cual alude el apóstol es el relato de Génesis 3:1-11, donde Dios, después de crear al hombre, le da instrucciones acerca de la administración del huerto del Edén e incluye la orden de no comer del fruto del conocimiento del Bien y del Mal (Gén. 2:17). El hombre desobedeció esta orden y comió del fruto prohibido. El pecado del hombre fue haber desobedecido a Dios. A partir del acto de desobediencia de Adán (el primer hombre) todos los seres humanos hemos sido contaminados con el pecado, es decir, nacemos con una naturaleza pecaminosa (Sal. 51:5). De manera que ningún hombre puede decir que no es pecador simplemente porque no haya cometido un grave delito. Por el sólo hecho de nacer como ser humano ya es pecador. El pecado es una condición inherente en la raza humana.

1.2. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa que los impulsa a ofender a Dios en pensamiento, palabra, y conducta (Rom. 3:9-18). Ya hemos concluido que el hombre, debido a la desobediencia de Adán, ha sido contaminado con el pecado a tal punto que todos los seres humanos traen al mundo esta simiente pecaminosa. Esta condición de pecado se conoce como naturaleza pecaminosa. Por causa de la naturaleza pecaminosa con la cual nace, el hombre está predispuesto a buscar su "beneficio personal" sin importarle el daño que pueda causar a otros. Esto explica mucho de lo que está pasando en nuestro tiempo (robos, violaciones, manipulaciones, ofensas, violencia incontrolada, etc.) pero no se justifica de ninguna manera. Por otro lado, aunque no se da cuenta de ello, el hombre está permanentemente ofendiendo a Dios en pensamiento, palabra y acción. Con simplemente no hacer las cosas que Dios demanda (amar al enemigo, servir sacrificialmente al que lo necesite, perdonar al que nos ofende, dar al necesitado sin ningún interés, pagar todo lo que debemos, etc.) ya lo estamos desobedeciendo. Los seres humanos no sólo dejamos de hacer las cosas que Dios manda, sino que hacemos las que Dios prohibe (vengarnos del que nos hace mal, mentir, tomar cosas que no nos pertenecen, ofender al que nos maltrata, codiciar cosas que no nos pertenecen, etc.). En Romanos 3:9-18, el apóstol Pablo describe de una manera muy clara la condición del hombre que no ha conocido a Dios. Allí declara con firmeza que no hay justo ni aun uno, lo cual significa que nadie puede considerarse justo delante de Dios. No importa si una persona dice que es un buen ciudadano, paga los impuestos, tiene buenas relaciones con los demás, es buen trabajador, etc. La justicia declarada en estos versículos es la justicia según la cual un hombre pueda decirle a Dios: "Yo no te he ofendido". Y todos, por el simple hecho de nacer como seres humanos, ya somos pecadores; entendiendo por pecado todo aquello que ofende a Dios, bien sea por algo que hacemos (que Dios ha prohibido) o por algo que dejamos de hacer (que Dios ha mandado).

1.3. La condición pecaminosa del hombre lo separa de la comunión con Dios (Rom. 3:23). Cuando Dios creó al hombre estableció una perfecta comunión con él. Tal comunión se evidenciaba en la relación permanente que había entre ambos, el nivel de comunicación que existía entre los dos y el hecho de que cada uno entendía la voluntad del otro. No había enemistad ni conflicto entre ellos. Sin embargo, después que el hombre desobedeció a Dios, en el Edén, se abrió una brecha entre Dios y el hombre. Esta brecha fue la consecuencia del pecado. Dios es Santo y esto significa que él no puede tener comunión o relación con el pecado en ninguna de sus manifestaciones. El hombre se había convertido en un pecador y por esto se había roto la comunión entre ambos (Rom. 3:23). Entonces, puede hacerse la pregunta: ¿cómo quedamos en relación con Dios? La respuesta es sencilla.

1. Separados de Dios, porque somos pecadores y él es Santo.

2. Sin esperanza de llegar a Dios por nuestro propio esfuerzo, porque un pecador no puede acercarse a Dios quien es Santo.

2. Dios pide que acepte la salvación (el nuevo nacimiento) que él me ofrece (Jn. 3:1-16).

2.1. Es necesario que el hombre experimente un nuevo nacimiento (Jn. 3:1-3). La condición del hombre al nacer es la de un ser pecador. Sin embargo, es posible que usted se pregunte ¿hay esperanza para el hombre? ¿cuál es la manera de liberarse de esta condición pecaminosa? Precisamente esta parte del estudio pretende ayudarnos a responder esa inquietud. Dios no sólo quiere que reconozcamos que todos nacemos con una naturaleza pecaminosa y, por tanto, estamos separados de Dios; también quiere mostrarnos la manera de restablecer la comunión con él. Es necesario experimentar lo que la Biblia llama el nuevo nacimiento. Como ya se ha mencionado, el hombre nace con una naturaleza pecaminosa. ¡Qué bueno sería tener la posibilidad de nacer físicamente otra vez, pero con otra naturaleza que no sea pecaminosa! Esa es precisamente la oportunidad que Dios nos da; ya no se trata de nacer físicamente, sino interiormente, espiritualmente.

2.1.1. El nuevo nacimiento es una condición para entrar al reino de Dios (Jn. 3:3-5). La experiencia del nuevo nacimiento fue declarada a Nicodemo cuando éste se entrevistó con Jesús, según Juan 3:1-16. Jesús le explicó a este maestro de Israel que era necesario nacer de nuevo para poder entrar al reino de Dios. Nicodemo no entendió este concepto y tomó la expresión en un sentido literal (v. 4). Obviamente Cristo no se refería al nacimiento natural de una persona. Jesús hablaba de un nacimiento del ser interno, donde la persona experimentaría una transformación de sus pensamientos, sentimientos, palabras y conductas.

2.1.2. El nuevo nacimiento es una experiencia espiritual que se origina en el cielo (Jn. 3:6-14). Para Nicodemo fue difícil entender el concepto de nuevo nacimiento desde un punto de vista lógico y humano, vv. 4,9,11,12. Cristo mismo indicó que el nuevo nacimiento era una experiencia similar a la del viento, v. 8, el cual sabemos que existe, pero no podemos verlo ni saber de donde viene ni a donde va. Lo que quiere decir Cristo es que el nuevo nacimiento es una experiencia muy real, pero no se puede reducir a una explicación totalmente objetiva debido a su naturaleza espiritual.

2.2. El nuevo nacimiento lo experimento cuando creo que Jesús es el Hijo de Dios, quien puede perdonar mis pecados, y lo confieso como mi Señor (Jn. 3:15, 16; comp. Rom. 10:9, 10). Jesús culmina su explicación a Nicodemo indicándole cómo puede experimentarse el nuevo nacimiento. Señala Jesús que sólo cuando alguien cree en él como el Hijo de Dios y reconoce que tiene el poder suficiente para liberarlo de esa condición pecaminosa, se produce el nuevo nacimiento, vv. 14,15. Pero ¿qué significa creer en Jesucristo? Significa por lo menos estas cuatro cosas:

1. Reconocer que lo que él dice es la verdad.

2. Aceptar lo que él me ofrece (la vida eterna) como un regalo personal.

3. Obedecer sus enseñanzas, es decir, hacer las cosas que él ha mandado..

4. Permitir que él tenga el control de mi vida.

El texto clave de esta porción es Juan 3:16, donde se explica que Cristo fue enviado por su Padre para que todo aquel que crea en él no se pierda, sino que obtenga la vida eterna. Es decir, que Cristo vino para restablecer la comunión del hombre con Dios que el pecado había roto. Es importante destacar también que Dios realizó esta obra por amor y no porque viera en nosotros alguna cosa digna. Ninguno de nosotros merecíamos que Dios hiciera tal sacrifico, pero él lo hizo por puro amor (comp. Rom. 5:8). Frente a esta inmensa prueba de amor ¿qué podemos hacer? Hay dos maneras como podemos reaccionar:

1. No hacer caso de este sacrificio, dar la espalda y seguir nuestra vida como si nada ha pasado.

2. Reconocer que el amor de Dios, mostrado a través de Jesucristo, debe ser correspondido. Esto significa que debemos reconocer que Cristo es verdaderamente el Hijo de Dios y el único que puede salvarnos de la condición pecaminosa. Esta actitud de humillación delante de Dios es lo que él espera de cada ser humano. ¿Cuál es, entonces, su reacción?



Resumen de la lección 3

¿Qué pide Dios de mi?

El pecado ha hecho separación entre Dios y los hombres, pero Jesucristo fue enviado y a través de él podemos volver a la comunión con Dios.

Damos gracias a Dios que le ha permitido realizar este estudio acerca de tan grandes verdades que enseña la Biblia. Es nuestro deseo que a través de este encuentro muchas de sus interrogantes sean respondidas, pero por sobre todas las cosas, que Dios mismo satisfaga sus necesidades más profundas de comunión con él. Si tiene preguntas, hágalas con toda libertad.

El siguiente resumen le ayudará a recordar las enseñanzas básicas de este estudio. Podrá repasarlo en su casa y así mantener fresco el aprendizaje. No deje de asistir al siguiente estudio; estamos seguros que le será de mucha ayuda.

1. Dios quiere que yo reconozca mi situación ante él, la cual puede resumirse en la siguiente afirmación: El pecado me ha separado de la comunión con Dios.

2. Todos los seres humanos hemos nacido con una naturaleza pecaminosa.

3. Por el pecado, todos estamos separados de Dios.

4. Dios ha provisto la solución para que el hombre restablezca la comunión con él. La solución consistió en enviar a Jesús a morir por el hombre pecador (éste debía recibir el castigo de la muerte por causa de su naturaleza pecaminosa, pero Cristo sufrió el castigo en su lugar).

5. Dios quiere que acepte el regalo de salvación que él me ofrece a través de Jesucristo. Esto significa que debo creer que Jesús es el único que puede liberarme de la naturaleza pecaminosa y restablecer así la comunión con Dios.